Crecí entre telas, patrones, máquinas de coser, sin olvidar, por supuesto, las revistas de Moda. Lo que empezó siendo un juego para mí, con 6 años, en el taller de costura de mi madre, Cruz, se ha convertido en vicio y profesión. Ella me daba libretas y lápices de colores y yo diseñaba vestidos y le regalaba los bocetos. Los ha conservado todos, por eso he querido que sea ella quien dé nombre a la marca, a este proyecto latente desde esos juegos de niña.


Cruz Costa nace con unos objetivos claros: vestir a una mujer que valore la diferenciación, la exclusividad, una alta calidad de confección y los procesos artesanales de producción (diseño, patronaje, costura…)
Con el lápiz y la hoja en blanco pienso en una mujer en concreto, y me gustaría que las prendas pudiesen reflejar algunos de sus matices: seria pero divertida, coherente, seductora sin pretenderlo -o sin que se aprecie que lo pretende-, a la que le gusta experimentar, jugar, evolucionar, desafiarse y desafiar…
¿Mi musa? La mujer que me gustaría llegar a ser.
¿Mi pauta o filosofía de trabajo? No digo que sea la correcta o acertada, pero es no diseñar o vender nada que no me pondría. Así que simplemente intento llegar a mujeres que tengan un gusto similar al mío, que busquen en la ropa resaltar su feminidad, buenos materiales y prendas que aunque aparentemente parezcan sencillas reflejen un minuicioso trabajo. Deseo que todo esto se transforme en forma, que me conduzca a ella y me ayude a encontrar el tejido o el color adecuado… Es esta búsqueda la que hace para mí del diseño algo apasionante.

Con la ayuda de todas las personas que colaboran en este proyecto, es mi deseo -quizás aún pretencioso- que nuestro trabajo se pueda incardinar en el Diseño y Confección de Moda.

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