La Moda evoluciona con nosotros, la transformación y adaptación es continua. Si en otra época la palabra Moda era asociada solamente a la Alta Costura, los cambios durante la post-guerra de los 50, la democratizaron. Dejó de ser algo exclusivo para la élite burguesa o aristócrata gracias al nacimiento del Prêt-à-porter, que fue ganando territorio rápidamente. Las casas de lujo comenzaron a fabricar también de este modo, un “listo para llevar” de alta gama, aunque conservando también sus colecciones de alta costura para algunas afortunadas.
En los últimos años vemos cómo las prendas de alta costura son inmediatamente copiadas o versionadas por otras marcas y a todo tipo de precios. La “Pronto Moda” ha llevado a que algunas marcas saquen colecciones continuadamente durante el año, en lugar de las dos tradicionales.
Ésto, sumado a que algunos no deseamos vestirnos igual a todo el mundo, uniformados, y a los debates sobre el mundo de la confección actual, contaminante –recomiendo la lectura del reportaje “Puntadas tóxicas”, de Greenpeace, descargable en PDF en su web-, a la explotación laboral y al modo “desechable” e insaciable en el que entendemos la forma de vestirnos, está provocando reflexiones, replanteamientos, nuevas transformaciones, todas ellas con un elemento común: la vuelta al artesanado, a la producción más pequeña, de taller. Más que una evolución, se trata de una regresión hacia un momento en el que, para algunos, las cosas se hacían mejor.
Una es el Prêt-à-couture, que puede hacerse de dos formas:
- Prendas que no están totalmente acabadas, listas para ser rematadas después de ser probadas con los clientes, y tras la elección de acabados, al gusto.
- Prendas hechas para el desfile, y que se reproducen sólo bajo pedido, con la posibilidad de alguna modificación según los deseos del cliente, como lo hace por ejemplo la diseñadora Teresa Helbig. La clienta visita el taller, escoge el modelo deseado y se le confecciona a medida.
Otra opción es la Demi-couture o Semicostura.
Se encuentra en un punto intermedio entre la alta costura y el prêt-à-porter. Entre lo hecho a medida con materiales de lujo y lo hecho en cadena, tallado, con patrones escalados y tejidos de calidad variable.
Se trata de una forma de costura artesanal, con diseños limitados, exclusivos, materiales de calidad, y confeccionados por tallas, no sur mesure, pero con la calidad de la alta sastrería.
Josep Font, por ejemplo, está haciendo un fantástico trabajo en demi-couture para Delpozo.
La alta moda italiana está también virando hacia este modo de concebir las prendas, Blumarine tiene colección demi-couture.
La rusa Ulyanna Sergeenko, Mary Katrantzou, Vionnet, Rodarte, Haider Ackermann incluyen este tipo prêt-à-porter “joya” entre sus colecciones.
En este momento de moda repetida por nuestras calles, es un maravilloso retorno a la exclusividad, a la diferenciación, al artesanado, al acabado handmade, porque, o se trata de piezas únicas, o de colecciones con mínimas repeticiones, un lujo más cercano. Cada prenda conlleva sobre 150 y 200 horas de trabajo, y el precio oscila, normalmente, entre los 4000 y los 8000 euros. Apto para personas que no tienen miedo a “repetir”, sino que desean un armario lleno de “joyas de la moda”, bien hechas, no para poner este mes y tirarlas después, sino para poder lucir siempre que se desee, ser compartidas, e incluso dejadas como herencia.
Surgió de la demanda de prendas exclusivas a un precio más asequible –las prendas de alta costura está bordadas con cristales, perlas, esculpidas sobre modelo o maniquí y con una media de 2000 horas de trabajo, lo que eleva necesariamente su precio-.
La demi-couture es una buena opción tanto para diseñadores como para clientes: los precios se bajan, pero se mantiene el valor artesanal: al observar una prenda de cerca se aprecian las puntadas a mano, los bordados, los armados bajo los vestidos…
Son enfoques complicados y arriesgados en un mundo en el que lo que prima es hacer negocio; pero es alentador, o al menos alivia, pensar en que algunos, además de hacer negocio, pretenden hacer las cosas bien.
Dedico a este post, para finalizar, a todas las modistas, bordadoras, -a las con nombre y las anónimas-, talleres emergentes, talleres que sobreviven y a los que les va muy bien, que apostado por el trabajo artesano, controlado, en el que priman la calidad del diseño, del patronaje y la confección, el deseo de satisfacer a los clientes y el deseo de conseguir una identidad propia.
María Gondar, para el Blog de Cruz Costa Costura.
Siempre genial María.
Muchas, gracias, Carmen. Me hace mucha ilusión tu comentario.