
Vestido marinero de rayas rojo/blanco
Estoy segura de que muchas mujeres estarán de acuerdo conmigo: un buen vestido puede hacernos sentir muy bien, y también puede tener el poder de hacer sentir muy mal a ésa que no nos quiere mucho, que nos somete frecuentemente a escrutinios y que, para desgracia suya, peca de envidia. Sin necesidad de nada más, sin ataques, sin palabras, sin herir. A veces, sólo hay que vestirse…
Con este guiño al mariscal Poniatowski -bromeando muy en serio-, escribo hoy sobre el poder de la imagen. ¿Qué efecto provoca mi ropa en los demás? ¿Qué dice de mí o qué pretendo que diga?
Obviamente, en esta época, no nos vestimos sólo para cubrirnos o abrigarnos. Lo hacemos como acto social. De un modo u otro todos, o casi todos, -incluso los que creen o aseguran lo contrario-, utilizamos la ropa como una extensión de nuestra personalidad, algo que nos define, nos identifica: «me gusta el deporte», «escucho Heavy Metal», «adoro el mar», «soy artista»… Ya sea con prendas, complementos, símbolos o tatuajes damos información de nuestro interior. Mostramos si pertenecemos a un grupo (Hippie, Punk, Hipster…), si nos interesa la moda o si nos da igual. Centramos la atención en lo que nos gusta de nosotros o intentamos disimular lo que nos disgusta o acompleja…
Vestimos diferente cuando, por ejemplo, acudimos a una entrevista de trabajo, porque somos muy conscientes de que la ropa es un mecanismo más de comunicación, una extensión de nuestro CV, una suerte de tarjeta de presentación, y con ella queremos provocar una reacción o aceptación por parte del entrevistador : «soy seria, responsable, inteligente, detallista…» Eso que llaman «buena presencia». Pero seguramente no iríamos vestidas de la misma forma a una cita, en la que lo que queremos transmitir es «soy divertida, sexy, guapa, coqueta…»
Personalmente creo que hay que saber qué es apropiado en cada momento, pero tampoco es necesario «disfrazarse» y esconder o anular la propia identidad. No creo que parezca más inteligente o profesional si llevo a todas mis entrevistas una camisa blanca y un pantalón azul marino, si no es algo que me ponga en otros momentos de mi vida. Ni enamoraré a nadie por presentarme en un microvestido de leopardo si no es mi estilo personal. Está claro que a una fiesta debemos ir vestidos de fiesta, y que ese atuendo no nos valdrá para ir al trabajo ni para asistir a un funeral, pero -reitero que es solamente mi punto de vista- entiendo la moda de una forma que sea consecuente con nuestro interior. El dress code nos ayuda a acudir de manera idónea y respetuosa en diferentes ocasiones, pero no es un conglomerado de normas cerrado que haya que acatar. Soy más de prendas que nos hagan sentir cómodas -ante todo-, que nos favorezcan, sean versátiles y que transmitan un mensaje de coherencia y seguridad en nosotras mismas.
de acuerdo, aunque el dress code es como la constricción de la normativa urbanística cuando proyectas un edificio… iguala las condiciones de partida, pero da también la oportunidad de expresar las diferencias!!
Totalmente de acuerdo!